Volies, organización referente en el ámbito del voluntariado corporativo en España y Europa, se ha unido al Consejo de Empresas del Máster de Formación Permanente en Responsabilidad y Sostenibilidad Corporativa (RSC) de la Universitat Politècnica de València (UPV).

Juan Ángel Poyatos, su fundador y CEO, puso en marcha Voluntariado y Estrategia, germen de Volies, en 2013, con el objetivo de impulsar el voluntariado corporativo, una materia incipiente en Europa en ese momento. Diez años después, trabaja, también en otras áreas, como la gestión de la diversidad, la comunicación con impacto social, la participación ciudadana y otras formas de activación social, además de coordinar la Red Voluntare, el principal think tank de voluntariado corporativo de habla hispana, al que pertenecen más de un centenar de empresas y organizaciones socias.

Juan Ángel, ¿cuál es el propósito con el que decidiste crear Volies?

El propósito siempre ha sido promover la transformación social a través del principal motor con el que cuentan las organizaciones y la sociedad: las personas. En Volies, ayudamos a conectar el mundo de la empresa y el de las entidades sociales en proyectos con impactos positivos. Siempre intentando que el empleado, como grupo de interés, tenga un papel relevante, activo. Se trata de que las organizaciones sean conscientes de que este tipo de iniciativas, si se hacen con un sentido y una estrategia, son importantes para el compromiso de los empleados, para las relaciones con las personas del entorno, para la reputación de la entidad y, con todo ello, para el negocio. Las personas demandan, cada vez más, este tipo de compromiso y la generación de impactos sociales y medioambientales positivos claros.

Desde la perspectiva que da una década de trabajo en este campo, ¿cómo ha sido y está siendo la evolución del voluntariado corporativo?

Hay una clara evolución, especialmente después de la pandemia. Cada vez es más evidente la necesidad de las personas de trabajar en organizaciones que les permitan canalizar la solidaridad que afloró durante ese difícil periodo. Y cada vez más empresas están intentando realizar este tipo de proyectos y hacerlos mejor, con mayor participación y más impactos. Y esto no puede parar.

En el caso de Volies, sólo durante 2022, coordinamos alrededor de 1.500 acciones para 50 empresas, en colaboración con 400 organizaciones sociales, en más de 25 países. En total, se movilizó a cerca de 45.000 voluntarias, beneficiando con ello a unas 375.000 personas.

Nuestra previsión es que haya un aumento en cantidad, calidad y alcance de proyectos. Las empresas aspiran a hacer muchas más cosas y hay una demanda real entre las personas empleadas. La ‘S’ de la ASG (ambiental, social y gobernanza) es una de las que claramente va a desarrollarse más y se va a requerir especialización.

¿Qué papel debe jugar la universidad?

En el ámbito social, tenemos aún que demostrar muchas cosas: investigar, analizar, ver causas, qué cambia y cómo se cambia, por qué es importante… La universidad tiene mucho que aportar en esos ámbitos. Y, obviamente, en la parte formativa y de especialización. Se requiere una profesionalización de la gestión de la parte social de las organizaciones, pero también de las entidades sociales en su relación con el mundo empresarial. En este contexto, el máster en Responsabilidad y Sostenibilidad Corporativa de la UPV es una herramienta muy importante. Además, es un programa en el que el mundo de la empresa está muy presente y es muy activo; opina, propone y colabora. Y eso no es muy habitual. Se necesita investigar, trabajar en red, generar espacios de diálogo y conversación,… Ahí es donde estamos trabajando desde Volies y donde el máster puede hacer mucho. Tiene que tener un mensaje propio, porque hay mucho potencial. Estamos en disposición de generar modelos e iniciativas diferentes. No hay nadie que esté liderando la parte social de la ASG.

Cuando Volies empieza a trabajar con una empresa, ¿cómo se canaliza la colaboración y cómo se definen los proyectos?

Cada empresa tiene sus objetivos y, en cada caso, partimos de una reflexión conjunta, para que haya una coherencia y alineación. Nuestra razón social es Voluntariado y Estrategia. Hay que analizar por qué se va a actuar en este ámbito, qué se persigue como empresa, qué quieren las personas empleadas, cómo se relaciona la organización con su entorno social… A partir de ahí, se define un plan y, una vez está diseñado, cómo llevarlo a cabo. Aportamos nuestra experiencia para que sean proyectos razonables y viables. Y tenemos que demostrar que tiene resultados y es estratégico para la entidad. Definir modelos y herramientas para medir y evaluar -cómo impacta en las competencias de las personas, en el grado de compromiso, en la capacidad de retener talento, en la imagen de la compañía…-. Desde Voluntare, hemos elaborado varias guías de medición de impactos.

¿Qué tipo de proyectos generan mayor interés en las empresas?

Como tendencia general, podemos destacar que las empresas, cada vez en mayor medida, buscan proyectos alineados con su ámbito de negocio; áreas en las que tienen conocimientos y pueden aportar más. Si es una empresa tecnológica, proyectos tecnológicos; si es una energética, proyectos medioambientales o sobre pobreza energética;… Hay que tener en cuenta que, en muchos casos, no puedes hacer un programa 100% vinculado al negocio, porque se trata de acciones de voluntariado y la plantilla puede que esté interesada en otro tipo de actividades. Hay que buscar un equilibrio, pero siempre tratando de que tengan cada vez más peso esos proyectos que tiene sentido que nosotros hagamos.

El voluntariado digital tuvo un boom durante la pandemia, pero después se ha huido un poco de esos formatos y se ha vuelto a la presencialidad. Ahora, hay más equilibrio. Hay áreas donde tiene sentido que esté y amplía el alcance, pero no va a cambiar la parte más participativa.

Sí que van cambiando los formatos. Se buscan experiencias diferentes, innovadoras. Según nuestros estudios, la mayoría de los empleados (más del 80%) ven positivo que su empresa tenga un programa de voluntariado corporativo, pero la realidad es que el promedio de participación es del 17%. ¿Qué pasa con ese 60% de gente a la que le gusta o le interesa, pero no participa? Para trabajar en ello e ir cerrando esta brecha, empezamos a hablar no solo de voluntariado corporativo, sino de movilización social y medioambiental de personas.

¿En qué consisten esos proyectos de movilización?

Trabajamos en acciones enfocadas a entender una realidad, recibir información, para generar valor. Por ejemplo, si tú entiendes por qué se discrimina a un colectivo concreto -inmigrantes, personas LGTBI,…-, probablemente puedes cambiarlo, o ser consciente de tus impactos en el medio ambiente puede llevarte a repensar la forma en que consumes. Empezamos a promover que las empresas tengan programas en los que todo el mundo quepa, todo el mundo pueda ayudar, tener un espacio, haciendo voluntariado u otro tipo de cosas. Muchas de las personas que empiezan con esa pequeña actividad, luego pasan al voluntariado. Ser más imaginativos, más creativos.

Por ejemplo, hemos organizado talleres de lengua de signos. ¿Es voluntariado? En sentido estricto, no lo es. Pero, si aprendes algunas expresiones en lengua de signos y coincides con una persona que se comunica con ella, tiene mucho valor. Si, además, aportas herramientas para llevar estos temas a tu entorno, tiene aún más valor. Queremos promover que este tipo de programas no sean solo de voluntariado corporativo, sino que hablamos de movilización social y medioambiental de personas. Y no solo de empleadas.Cada vez en más proyectos a los clientes se les invita a estos espacios de acción o reflexión. De hecho, la ley de voluntariado de España habla de voluntariado «promovido por la empresa», no dice «de empleados». Si es una empresa que trabaja con el cliente final, puede ser una estrategia interesante invitar a tus clientes a participar. Pueden verte de otra manera.

Relacionado con esta amplitud del enfoque, Volies también ha ido diversificando sus servicios a empresas.

Siempre hemos intentado ayudar a las empresas donde nos iban pidiendo, y hemos ido identificando líneas de trabajo donde tiene sentido que estemos, porque aportamos valor. Esto nos ha llevado a crear otras áreas, como la de comunicación social, donde podemos aplicar nuestra experiencia acumulada, o diversidad, siempre con las personas empleadas como protagonistas.

La empresa es cada vez más consciente de que, si no entiende que estamos en un mundo diverso y se adapta, no tiene recorrido. Y a las personas les gusta que se traten estos temas. ¿Qué podemos aportar desde Volies? Las áreas de diversidad se centran mucho en la formación. Nosotros damos un paso más, con un papel más activo de las personas. Unimos en la misma mesa a las áreas de voluntariado y diversidad de empresas y entidades sociales, para avanzar en esta línea.

Una de las líneas de trabajo menos conocidas es la conexión entre voluntariado y desarrollo de competencias y aprendizajes, que en la mayoría de países anglosajones está muy desarrollada. Se recoge en la Ley de Voluntariado. Hemos desarrollado varias metodologías -para la Plataforma de Voluntariado, asociaciones juveniles…-. Para el Programa de Voluntariado de la ONU hemos desarrollado una metodología de identificación y certificación de competencias, para que los jóvenes puedan incorporarlas en sus currículos y mejorar su empleabilidad. La universidad tienen sus programas de voluntariado, pero aún tiene pendiente integrar esa visión del voluntariado vinculado a la mejora de la empleabilidad; el nivel de movilización es escaso y los proyectos, poco innovadores. Hay mucho por hacer en el ámbito académico. ¿Por qué no un proyecto de voluntariado con los alumnos del máster?

Además, estamos participando en foros donde aportamos nuestra visión en áreas que pueden tener mucho sentido, como en un proyecto europeo de participación social ante situaciones de emergencia o catástrofes. No hay una organización, un procedimiento, para actuar de una forma coordinada y eficiente y cómo preparar a la sociedad civil para que esté más preparada.

Y hay que destacar el think tank Voluntare, una red para conectar empresas y entidades sociales para investigar, profundizar en problemas y retos y plantear soluciones. Por ejemplo, este año estamos trabajando en la conexión entre voluntariado corporativo y diversidad, dos ámbitos que suelen estar separados en la empresa, pero con muchas conexiones. Somos ya 110 socios y se desarrollan diferentes iniciativas y acciones durante todo el año.

Además, tiene cada vez mayor presencia internacional.

Estamos trabajando cada vez más fuera de España. Primero, con empresas españolas con las que ya colaborábamos en España. Por ejemplo, gestionamos la Semana del Voluntariado de Repsol, que se extiende ya a 25 países. Además, hemos empezado a trabajar con empresas como AWS Amazon, con proyectos interesantes, entre ellos, de relaciones comunitarias.

¿Cómo está influyendo la avalancha normativa europea en la estrategia de las empresas en estos ámbitos?

Es más relevante que lo vean más estratégico como negocio a que se obligue a reportar desde Europa. Las empresas que más trabajan con nosotros son las que han entendido que tiene un sentido corporativo.
Es cierto que las empresas que invierten siguen siendo grandes, pero no es una cuestión de presupuesto, sino de transmitir que no es solo ‘buenismo’ social, sino que es positivo para tu negocio y entender el cómo hacerlo. Cuesta, pero cada vez hay más empresas que lo entienden.

Volies acaba de sumarse al selecto grupo de empresas del movimiento B Corp en España. Se trata de organizaciones que cumplen con altos estándares de desempeño social y ambiental, transparencia pública y responsabilidad legal, a las que se les exige legalmente que tengan en cuenta en la toma de decisiones a todos sus grupos de interés. ¿Qué supone para Volies contar con la Certificación B Corp?

El proceso de certificación como B Corp nos ha ayudado a entender mejor qué somos, qué perseguimos y nuestro potencial para generar impactos positivos con nuestro trabajo. Además, entramos a formar parte de una comunidad muy interesante, done hay empresas que lideran otra forma de entender y hacer negocio. Y nos ha ayudado a mejorar internamente, desde el punto de vista de procesos y gestión. Por ejemplo, hemos hecho la primera encuesta de clima y hemos creado un sistema de evaluación del desempeño, hemos realizado encuestas de satisfacción de clientes, hemos formalizado procesos…

Sin sostenibilidad, no hay…

Sin sostenibilidad, no hay esperanza.